domingo, 3 de abril de 2011

Fukushima: ¿El fin de la energía nuclear?

Mucho se ha hablado últimamente del mortífero efecto de las fugas radiactivas en las centrales nucleares. Y no es para menos. Los accidentes radiactivos pueden provocar un gran número de muertes a la larga. Pero, ¿es el riesgo de peligro mayor que la necesidad de una energía duradera, viable y, por mucho que les duela a los ecologistas y políticos amedrentados por la opinión pública por el ansia de ganar otras elecciones más, limpia? Dadas las estadísticas, yo diría que no.
Hay 435 centrales nucleares en el mundo, y los accidentes en centrales ascienden, contando los que se clasifican en el INES como de nivel 1 (es decir, sin daños para las personas) y los que tuvieron lugar en plantas de reprocesamiento, a un total de unos 20, de los cuales más de la mitad ocurrieron entre las décadas de los 50 y los 80 (y hay que tener en cuenta que en esa época había muchas menos centrales). De los accidentes ocurridos entre 1990 y 2011, la mitad no han supuesto contaminaciones importantes.
En cuanto a accidentes de gran magnitud, quedan en la memoria del mundo los de Kyshtym, Three Mile Island, Tokaimura, y, por supuesto, Chernobyl. Analizando estos accidentes, Kyshtym y Chernobyl ocurrieron durante el apogeo de la antigua URSS, en condiciones políticas, económicas, sociales y militares nada comparables a las condiciones actuales. Three Mile Island no detectó casos de muerte inmediata, sólo alguno de cáncer a largo plazo, pero la central permaneció evidentemente cerrada por el peligro de contaminación. En cuanto a Tokaimura, afectó de forma trágica a 3 trabajadores, y otros muchos se vieron sometidos a radiaciones mayores de las permitidas, pero no se propagó más allá, dado que no fue un accidente en un reactor, sino en una planta de reprocesamiento.
Además, queda demostrado que la totalidad de accidentes en centrales viene dada por la negligencia de los gobiernos u operarios, dado que el plan de construcción y mantenimiento de una central se basa en establecer medidas de seguridad que puedan soportar la MAYOR catástrofe posible, y no la media. ¿Fukushima? Japón realizó un plan de soporte de olas de 6 metros de altura, y las olas habían llegado a ser de 10 metros en eventos anteriores. Y además, no equipó la central con combinadores de hidrógeno, cuya formación en un reactor causa una explosión de evidentes consecuencias. Como siempre, negligencia.
En comparación, ¿cuántos vertidos de crudo han ocurrido a lo largo de la historia, destruyendo ecosistemas marinos enteros y provocando la bioacumulación de plásticos en las cadenas tróficas, lo cual puede acabar en intoxicación humana? ¿Cuántas empresas metalúrgicas, industrias del papel o plantas químicas, han vertido ilegalmente metales pesados u otras sustancias tóxicas a las aguas del mundo, causando también acumulación en los animales o destrucción de ecosistemas? ¿Cuántos accidentes mortales han ocurrido en refinerías o centrales térmicas?
La evidencia está servida. La gente oye la palabra "radiactivo" y entra en un estado de febril histeria, dominada por el pánico a morir a los 70 años de un cáncer. Pero mientras tanto, sigue fumando, bombardeándose con rayos UVA, tomando el sol 5 horas diarias en veranito, y comiendo pescado que podría contener trazas importantes de metales pesados o plásticos fijados en sus tejidos, porque necesitamos gasolina para los coches. El mundo debe ser coherente, y un poco menos ignorante.